"La primera infancia constituye una etapa fundamental en el proceso de
desarrollo y formación de la personalidad. Esta afirmación es aceptada y
compartida por psicólogos y pedagogos, independientemente de las tendencias,
teorías y escuelas a las que se adscriben. Se fundamenta esencialmente por la
gran plasticidad del cerebro en estas edades, que sin constituir una tabla
rasa en la que puede inscribirse cualquier impresión, si ofrece amplísimas
posibilidades para el establecimiento de conexiones que van a servir de base
para el registro y fijación de las más variadas estimulaciones.
En toda actividad humana, para poder satisfacer las necesidades biológicas,
socioculturales, productivas o espirituales, se articulan diferentes sistemas
fisiológicos, psicológicos y sociales de alta complejidad.
Ello implica que cada persona tiene una particular manera de ser y estar en
el mundo, de relacionarse con la realidad, con las otras personas, con el
espacio y los objetos. Este esquema se construye y desarrolla especialmente
durante los primeros años de vida. Se puede afirmar que el niño comienza a
aprender desde el momento de su concepción, retroalimentando su mundo interno
de todo lo que recibe del exterior.
Los múltiples datos científicos obtenidos en innumerables estudios e
investigaciones han evidenciado que en esta etapa se sientan las bases, los
fundamentos esenciales para todo el posterior desarrollo; así como la
existencia de grandes posibilidades que en ella se dan para el desarrollo y
formación de las más diversas capacidades y cualidades personales.
Existen muchas razones para desarrollarla educación de la primera infancia,
entre las que destacamos:
• Los primeros años de la vida del niño, desde el nacimiento hasta
los seis/siete años de edad, ponen los cimientos para un crecimiento saludable
y armonioso del niño. Se trata de un período marcada por un rápido crecimiento
y por cambios que se ven influenciados por su entorno. Estas influencias pueden
ser positivas o negativas, determinando en gran medida cómo será el futuro
adulto, las futuras generaciones y la sociedad.
• Las investigaciones demuestran que los déficit intelectuales o
físicos se convierten en acumulativos. El niño con déficit existente en
los que se haya incurrido debido a las privaciones pasadas tendrá menos
posibilidades de evolucionar hasta alcanzar niveles, aún en el caso de
proporcionarle dichos estímulos. La pronta identificación y
tratamiento/corrección de problemas relacionados con minusvalías físicas y
mentales, desnutrición, infradesarrollo social, cognoscitivo y afectivo, etc.,
podrán solucionarse mejor durante los primeros años de
vida, proporcionando así al niño unas mejores oportunidades en la vida,
reduciendo, por otra parte, al mínimo los costes necesarios para la adopción de
soluciones.
• El cuidado y educación de los niños pequeños mediante una
acción integrada adecuada, proporciona un medio para remediar el problema
evidente de la desigualdad de oportunidades. Coincidimos en que todos los
niños nacen iguales y deben tener igualdad de acceso no sólo al conocimiento y
la cultura de todos los pueblos y deben crecer como ciudadanos iguales de su
país y del mundo en general. A pesar de ser una verdad universalmente reconocida,
por desgracia, existen muchos niños que aún no pueden ejercer este
derecho. Todo niño nace en una familia cuya situación social, económica y
cultural ejerce una gran influencia en su desarrollo que condiciona en gran
parte su crecimiento físico, intelectual y afectivo. Es inevitable, por
consiguiente, que las diferencias en el ambiente familiar tengan repercusiones
fundamentales en la educación, que la educación de la primera infancia deberá
compensar.
• La educación de la primera infancia complementa al hogar
proporcionando la asistencia y educación adecuadas para la promoción del
desarrollo total del niño. Ha de ser punto de formación no sólo del niño, sino
de la familia.
• La educación de la primera infancia proporciona una valiosa
experiencia y preparación para la transición a la escolarización a niveles
superiores.
• Los avances de la neurociencia, nos demuestran que el sistema
nervioso, base y soporte de la personalidad del adulto, se forma en
los primeros años.
• No hay segunda oportunidad para la infancia. Por tanto con todos
los conocimientos basados en las investigaciones sobre la importancia de esos
primeros, años de la vida, es fundamental hacer todo lo que sea posible por el
bien de cada niño, su salud y nutrición, su crecimiento, aprendizaje y
desarrollo, su felicidad.
Por otra parte, muchas son las ventajas que reporta la
asistencia a un centro de educación de la primera infancia, como conocemos
los profesionales:
• El centro se presenta como el principal elemento de
socialización para el niño. Este va a aprender a compartir, a esperar y a
respetar; hecho, que adquiere una gran relevancia, ya que se presenta como la
estructura intermedia entre la propia familia e integración del niño en los
demás estamentos sociales.
• El centro nos posibilita el seguir paso a paso el proceso de
desarrollo y maduración de cada niño. Así, podemos detectar los posibles
desequilibrios, desajustes o déficit que se vayan produciendo. Esta
posibilidad de actuación preventiva va a ser determinante y fundamental para el
desarrollo de los niños.
• La estructura del centro está concebida en función de las
necesidades de los niños, ofreciendo mayores posibilidades para la
manipulación y exploración de los objetos y el espacio. En el marco familiar,
los espacios suelen ser limitados, produciéndose continuas prohibiciones, para
que no cojan determinados objetos o alcancen o se suban a diversos lugares,
hecho que limita las posibilidades de experimentación de los niños.
• El ver, observar y admirar a otros compañeros sirve de gran
motivación en determinadas actividades y aprendizajes. En este sentido, todos
somos conscientes de las posibilidades que nos ofrece la imitación (control de
esfínteres, comida, aspectos motores, etc.) a estas edades.
• A través del juego, los educadores facilitarán los medios para
favorecer el desarrollo integral del niño, generando en este sentido de afecto,
amistad, compañerismo, ternura y, en general, contribuyendo a una mayor
sensibilidad con los otros, lo cual es facultad para otra serie de
actividades, como la observación, captación, comprensión de estímulos, etc.,
que crean en los niños una mayor independencia y autonomía.
CENTROS O FAMILIAS
Uno de los dilemas es si educación de la primera infancia debe
desarrollarse en el ámbito familiar o en el ámbito de los centros. Existen
corrientes importantes que apuntan en una u otra tendencia.
La realidad es que han de ser las dos instituciones las encargadas de
desarrollar la Educación de la primera infancia.
Por desgracia, aún hoy existen muchas situaciones familiares que hacen
imposible el óptimo y deseado desarrollo de los niños en el seno de la familia,
si no se ha puesto una ayuda y colaboración complementaria a su labor,
haciéndose necesario que los niños acudan a centros especializados en educación
de la primera infancia, que actúen en estrecha colaboración con la familia,
debiendo de actuar casi siempre los centros como Escuelas de Padres.
Por otra parte, los organismos internacionales abogan por los centros, ya
que ello permite a los padres una opción libre en lo que se refiere a la
distribución de su tiempo entre su vida profesional y familiar.
Es evidente que han de ser los centros el punto de confluencia de padres y
niños y profesionales dedicados a la educación de la primera infancia.
Referencia web: AMEI-WAECE
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